El budismo ha desarrollado un alto grado de conocimiento acerca de las causas, el origen, la esencia, el tratamiento y la evitación del sufrimiento. Con razón considera que si algo es común a toda la especie de humana es precisamente el sufrimiento. Sucede que hay que ser cautelosos porque el sufrimiento puede llegar a ser adictivo. Instalándose en el sufrimiento algunos encuentran la razón para subsistir, considerándose víctimas inocentes del cosmos, de la sociedad o de sí mismos. Por ello comprender la esencia del sufrimiento, darle su dimensión adecuada y evitarlo suprimiendo ciertas formas absurdas de resistencia a lo inevitable, es una operación delicada, pero esencial. Juan Armas introduce en este artículo reflexiones e una dirección adecuada.
Amar y sufrir es vivir
Juan Armas
Hace unos días le preguntaba a un psiquiatra si existía algún medicamento que ayudara a desahogarse mediante el llanto a una persona que se encontrara bloqueada. Me comentó que éste es un punto muy interesante, ya que normalmente lo que se intenta en su profesión es bloquear emocionalmente al individuo para evitar que siga sintiendo con tanta intensidad el sufrimiento que le hace asistir a su consulta.
Independientemente de que no exista a día de hoy una pastilla que facilite el llanto, en la labor del psiquiatra respecto a sus pacientes suele primar el administrar química que mitigue en lo posible los picos de sufrimiento o de hipersensibilidad. Por supuesto, la labor psiquiátrica es mucho más rica y extensa, pero se refería en concreto a cómo en casos de depresión, por ejemplo, suele ser el propio paciente quien reclama medicinas que le ayuden a no sentir con tanta intensidad el sufrimiento que le genera el miedo o la tristeza.
Pero si la persona no encara la fuente que genera su sufrimiento, ¿podrá algún día liberarse de su estado? Obviamente dependerá de cada persona y de la intensidad y profundidad de su padecimiento. En cualquier caso, lo apropiado sería ir poco a poco ahondando en ese sufrimiento; poco a poco abrazándolo; poco a poco dando acogida a nuestro propio miedo, permitiéndole que “emerja” en todas sus variantes: odio, ira, tristeza, vacío, ansiedad, etc.
Algunas personas son más llamadas a optar por la medicación mientras otras prefirieren apoyarse en técnicas de respiración, yoga, meditación, terapia grupal, etc. La vía es secundaria porque será acorde a la personalidad de cada individuo, pero lo primario es que la persona consiga aceptar enfrentarse a su sufrimiento; a permitírselo al menos. No como un enemigo sino como un camino de interiorización que le ahondará en su recorrido hasta llegar a la raíz misma de su sufrimiento. Bien es cierto, me comentaba el psiquiatra, que la persona no sólo es afectada por su propio sufrir sino por el profundo condicionamiento que le impone la sociedad donde nace y que conforma en gran medida su personalidad.
Nuestra sociedad nos niega el derecho a experimentar el sufrimiento como rasgo de nuestra condición humana, por cuanto forma parte intrínseca de la experiencia de la vida. Por el contrario, para aliviar esa represión –que es en sí un acto de violencia de la sociedad hacia el individuo-, ésta nos brinda un sin fin de distracciones que nos ayuden a ignorar conscientemente nuestros miedos. Por eso –me seguía comentando-, en los países pobres los psiquiatras tratan sólo a los “locos”, mientras que en los países occidentales han de adaptarse a esta enfermedad teñida de normalidad que suele expresarse en hiperactividad o desmotivación, o falta de ilusión por la cordura de sentir que el mundo que llevamos, la vida cotidiana en su conjunto, es un sinsentido y una locura.
En estos nuevos paradigmas que están hallando su tiempo, se habla de lo idóneo que resulta permitirnos ahondar en nuestro sufrimiento, por cuanto si logramos permitir que éste aflore libre a nuestra consciencia, es más que probable que en esa liberación hallemos tras ese capa de miedo, soledad o sufrimiento, la presencia de nuestra esencia, que es amor… El mismo amor que se plasma en la dinámica de nuestro organismo corporal, donde una inteligencia que ignoramos y nos supera, coopera por la salud del ser corporal que nos representa, como reflejo de la sabiduría de la naturaleza que se plasma en el equilibrio vivo de nuestro Planeta y el Universo.
Vivir plenamente la experiencia de la vida, sería mantener sin juicios ni expectativas una actitud de vulnerabilidad, de aceptación, de apertura, de confianza ante lo que se nos ofrezca momento a momento en nuestro camino evolutivo. Sería en suma otorgar la Maestría de nuestra existencia a la aceptación sin juicios de lo que nos señale nuestra vida. No como un juego de palabras -ni menos aún como una sumisión resignada ante nuestra existencia- sino como una confianza pura, inocente y plena a la sabiduría que trata de enseñarnos los condicionantes de nuestra vida. Todos en su conjunto, como un todo, sin placeres ni sufrimientos, sin elección. La vida siendo nosotros, cual uno.
Se nos enseña en la escuela y en la sociedad a que hay que vivir buscando el placer y eludiendo el dolor. Y así, sin ser conscientes, abrimos la puerta al sufrimiento por cuanto pretendemos partir la unidad de la vida en dos. Un “yo” que es cuerpo y mente aislada de todos y de todo y del resto de la existencia. Un “yo” solo y perdido que divide su vida en lo bueno y en lo malo, sin darse cuenta de que su propia identidad fragmentada es una mentira autoinfringida.
Me comentaba el psiquiatra que también en su rama científica emergen nuevos paradigmas sobre la mente humana. Por primera vez en su experiencia, lejos de afirmar certezas se dejan en el aire grandes preguntas que aúnan la filosofía, el arte y la mística… ¿Pueden separarse la mente y el corazón de la identidad de un ser humano? ¿La identidad de un ser humano la limita su cuerpo, su mente o su corazón? ¿Puede la consciencia en el ser humano descubrir por sí misma fielmente su esencia inmortal? ¿Sería la inmortalidad la fuente de nuestra dicha?
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No sabemos lo que tenemos hasta que lo perdemos. Por eso, viviendo como si nada se tiene, entregándose en plenitud a los demás, se alcanza la dicha de una vida que siempre recibe y nada pierde.
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En su día me pareció útil lo razonado con reación a este asunto por El mito de Sísifo (Camus)…
Luego he ido viendo lo interesante del budismo cuando enfatiza la praxis por sobre pensar más.
El antiquísimo Conócete a ti mismo avanza mejor escuchando a quienes nos acompañan. Como acá.
Y quizás a otras personas también les pueda servir como a mi el testimonio del film Aguas tranquilas.
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Yo reconozco que tengo que tomar medicación a diario pues por mi mi misma no puedo controlar ciertas impulsividades que me hacían descontrolarme, pero aunque tome medicación también pongo de mi parte.
Siento asco de mi misma por ciertos comportamientos que he tenido con personas inmerecidamente.
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Entregarse a los demás en cada acto de forma desinteresada, es la mayor de las satisfacciones y el mejor autocontrol de todo impulso.
Y la toma de conciencia es un paso importantísimo para ello.
Estoy seguro de que en cada uno de tus actos das mucho a los demás y darás mucho más aún, causando bienestar en tu entorno y satisfacción personal en tu interior, gracias a una entrega generosa y desinteresada a todo aquel que te necesita.
Mucho ánimo.
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Muchas Gracias Borja por tus bellas palabras, en ello estoy puliendome por dentro para luego dar lo mejor de mí
Un abrazo y gracias
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Claro que si!! Solo con tus palabras hoy has hecho feliz a alguien… a mi!
Con el autocontrol de cada impulso se gana tiempo para con unas simples palabras, un bonito gesto o un maravilloso acto, traer felicidad a tu entorno.
Muchas gracias a ti. Un fuerte abrazo.
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Qué bonito el intercambio entre tú y Maoka 🙂
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Sentir asco de “uno mismo” forma parte de nuestro proceso.
En el antiguo Blog nuestro anfitrión comentaba al respecto:
“En el camino del espíritu, en la introspección, en ocasiones tenemos que ser capaces de superar un cierto asco que sentimos al contemplarnos de verdad. Avanzamos a base de reconocernos en nuestra propia pequeñez, lo que constituye el pórtico imprescindible para identificarnos, después, en la grandeza de pertenecer a la raza humana”“No endurezcáis vuestros corazones” dicen los cistercienses cada mañana desde hace mil años.
Por eso si queremos paz y erradicar la violencia, la respuesta es la limpieza de cada corazón. Y el alma, el corazón, hay que lavarla a diario porque la suciedad de la ignorancia y de las bajas pasiones se deposita imperceptiblemente a cada instante”.
En mi camino interior he comprendido esto:
La limpieza de corazón, esto es todo
No tengáis miedo.
No endurezcáis vuestro corazón”.
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Escuchar a una persona sana, escuchar a una persona con depresión y escuchar a una persona ya recuperada de una depresión (siempre hablo de estados depresivos mayores o profundos y los persistentes) puede ser muy interesante en cuanto al conocimiento humano, de la vida y de cómo cada estado es tan diferente al otro, no sólo en referencia al sentimiento sino, también, a la opinión o interpretación del tema.
Hay personas que sufren o han sufrido pero que jamás enfermarán, otras sufren en menor cantidad/tiempo y, sin embargo, si padecerán algún tipo de patología.
Otro punto, los niños, que también sufren depresiones.
Con el cerebro en “espera” (coma) se puede seguir viviendo, con el corazón en “espera” no se está vivo.
El amor es infinito e inagotable, tanto puedes querer a una persona como a cientos… Es una fuente sin fin. El amor es todo.
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Yo creo que se confunden dos términos, sufrimiento y depresión, el sufrimiento no siempre conlleva depresión, aunque si puede generarla, la depresión siempre lleva del brazo al sufrimiento.
Algunas veces se supra valora el sufrimiento, quizá por la falta de responsabilidad vital, si vives, si estás vivo, tienes que admitir el sufrimiento tal y como se admite la felicidad, porque todo va relacionado, incluso muchas veces tu sufrimiento puede ser la causa de la felicidad de otro ser.
Quizá por esa razón, primero tendríamos que diferenciar los sufrimientos, no es que haya sufrimientos malos y menos malos, cualquier padecimiento que tenga un ser humano, es un rompimiento traumático de su equilibrio emocional, no obstante sí que hay sufrimientos que se pueden paliar, que se pueden curar, que se pueden suavizar, y otros que son muescas en el alma que nunca se curaran, que nunca dejaran de doler, que simplemente aprendes a respirar con ese sufrimiento que te lancera el alma.
Los medicamentos son a mi modo de ver adormideras de una realidad, enmascaran lo que sí o si no podrás nunca dejar de sentir, no hay religiones, medicinas, terapias, meditaciones etc. que consigan que dejes de sufrir si el sufrimiento es sano, y viene del alma rota, lo que nos deberían enseñar nada más nacer, como nos enseñan a comer, leer o escribir, es que somos humanos, que llorar es sano y te cura, que sufrir no te hace débil, sino que hace grande, que la vida es muerte, que la muerte es vida, que no eres un repudiado de la vida, si te golpea, ni eres un ser humano de tercera clase si sufres y no quieres ocultarlo, que si no sufres, nunca podrás curarte de ese sufrimiento o al menos hacerte compañero de camino con él, que el amor en toda su grandeza, será sufrimiento algún día, y ese sufrimiento volverá a convertirse en amor….
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Hola Morgan. En mi opinión la medicación debería ser de mínima intervención y de subsidiariedad, principios del Derecho perfectamente aplicables a la medicina. Ha habido un abuso de la medicación, no digo que no sea necesaria pero los profesionales deberían hacer un examen y ver si en “conciencia” es correcto lo que han estado haciendo durante años.
Para algunos casos la medicación “chapeau”, la esquizofrenia, el trastorno bipolar, en la deshabituación… pero siempre con medida, y si es posible acudir a remedios naturales.
en said:
En mi opinión hay que distinguir entre patología y normalidad. En la normalidad está claro y estoy de acuerdo. Pero dentro de la patología hay casos en los que “abrazar el sufrimiento” no se aconseja por lo que tengo entendido, claro, habría que saber qué es exactamente esa expresión, lo que significa, porque cuando hay un recuerdo emocional o una impresión emocional en nuestra memoria de algún suceso que no llegamos a entender porque además no hay que entenderlo, bien porque es una aberración o porque es algo que no depende de la voluntad del sujeto… en esos casos y en mi opinión, no es muy aconsejable ahondar en el sufrimiento, además que es casi imposible abrazarlo, porque cómo tratar a una persona adulta que ha sufrido una violación en su infancia por parte de un progenitor y lo ha borrado de su mente, vamos que no lo recuerda…¿ cómo ahondas y abrazas ahí?. O cómo ahondas en el sufrimiento de la pérdida de un ser querido con la que crees que no lo has hecho bien… yo entiendo que en determinados casos es bueno terapias como ACT que dependen del momento presente y el ahora, te enseñan conductas a partir de ese momento. También depende del sujeto, personalidad e inteligencia, lo que para unos sirve para otros no, pero en general, pienso que hay emociones tan intensamente impresas en nuestro código vital y en ocasiones tan injustas,…. me está viniendo a la cabeza ahora el hijo de una prostituta que era heroinómana al que le apagaban cigarrillos en el pecho, ¿sería bueno para esa persona “abrazar el sufrimiento”? ¿Cómo debería hacerlo si lo evita para poder seguir viviendo aunque ya no sienta nada?….
…Y luego, por otro lado, el budismo te ofrece una técnica para precisamente elevarte por encima de ese sufrimiento, antes de dominar completamente esa técnica la gente pasa por un estadío en la que no siente ni padece, bueno, más bien parecen apáticos, a algunos no les viene la iluminación nunca… je je
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“Que para no ser heridos levantamos muros,
Que quien siembra muros no recoge nada,
Que casi todos somos albañiles de muros,
Que sería mejor construir puentes,
Que sobre ellos se va a la otra orilla y también se vuelve.
Que volver no implica retroceder,
Que retroceder también puede ser avanzar,
Que no por mucho avanzar se amanece más cerca del sol,
¿Cómo hacerte saber que nadie establece normas salvo la vida?”
M.BENEDETTI
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Me gusta mucho este escrito de M.Benedetti, compartiendo todo el manifiesto, salvo el -“que no por mucho avanzar se amanece más cerca del sol”-…
yo entiendo que cuanto más se avance a nivel espiritual, más cerca del Ser Supremo (Dios) amanece uno.
Y que -“solo la vida establece normas”-, nunca lo he tenido tan claro… en qué consiste que -“la vida establece normas”.-
Gracias bttberttice por esta aportación. Slds.
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El sufrimiento como cualquier otra emoción o sensación agradable o desagradable, afecta menos a la voluntad cuanto más se experimenta, o esa al menos es mi impresión.
¿Cuando pierde más la cabeza una mujer por amor? Cuando se enamora siendo adolescente por primera vez, porque no está habituada a sentir esa sensación.
¿Cuando pierde más la cabeza un hombre borracho? Cuando se emborracha de adolescente por primera vez, porque no está habituado a sentir esa sensación.
Las mujeres son más emocionales que los hombres, sienten más emociones más veces, por lo general, y a la vez, dominan mejor sus emociones. Los hombres se suicidan más que las mujeres, en todas las épocas, en todos los lugares (aunque las mujeres intentan suicidarse más). Y esto podría explicarse porque los hombres no están acostumbrados a sentir emociones con intensidad, por tanto, cuando las sienten… pierden más la cabeza que una mujer.
En cuanto a amar… amar creo que es otra cosa. Que implica algo más que emociones, ¿es posible amar sin emociones? diría que sí. ¿Es posible sentir emociones amorosas sin amar? Diría que también, véase los crímenes cometidos por celos, seguro que esos criminales sentían muchas emociones amorosas, pero no amaban en absoluto.
Si amar no es algo necesariamente relacionado con las emociones, qué es? Diría que es algo relacionado con la voluntad. La voluntad, si consideramos al ser humano como un objeto, lo relacionaría con el “output” de datos. En cambio, todo lo que se siente, se ve, se recuerda.. diría que es el “input” de datos del ser humano.
Amar es cuando el fin de esa voluntad va dirgida al bien de otra u otras personas, en lugar de en el propio.
Se puede comprar y vender prácticamente todo, pero no el amor, eso ya da alguna pista sobre que es algo diferente a todo lo demás, que merece un análisis especial. Puedes pagar a alguien para casi cualquier cosa, pero no para que te ame, porque entonces no sería amor.
Sobre este tema recomiendo leer sobre el pensamiento de “Carlo Maria Cipolla” y su “teoria de una estupidez” donde analiza las relaciones entre acciones egoístas y altruistas.
https://en.wikipedia.org/wiki/Carlo_M._Cipolla