El fin de semana lo pasé en Alicante, ciudad a la que llegué procedente de Galicia —y con bastante disgusto interior, por cierto— cuando contaba ocho años de edad. Pero el motivo de este viaje no eran los recuerdos, ni el tiempo excelente —no soy aficionado a la playa— sino asistir a la boda de mi sobrino, el hijo de mi hermana Carmen, que casó y vive en Alicante. Esa boda —la de mi sobrino— me trajo una reflexión ya vieja en mi: el alto nivel de hipocresía de la sociedad española cuando de sus relaciones con la Iglesia católica se trata
Digo esto porque la boda se celebró por lo civil. Ninguno de los dos se habia casado antes por la Iglesia, así que la decisión fue libre y sin ataduras de otro tipo. ¿Por qué? Porque ambos quisieron ser sinceros. No solo con sus ideas, sino también con sus conductas. Si de ordinario no te consideras un católico de comportamiento, ¿qué sentido tiene celebrar una boda por la Iglesia? Si no crees o no practicas los sacramentos y asumiendo que el matrimonio para la Iglesia lo es, ¿por que acudir a esa celebración? Pues, dejando de lado el comportamiento de verdaderos católicos y creyentes, lo cierto es que se elige la Iglesia por razones sociales: es más lucido, mas elegante —suelen decir– y yo añado de que de ese modo no informas al exterior sobre tus posicionamientos en materia religiosa. En definitiva, no se trata de creencias, una vez más, sino de puras conveniencias sociales. Nada más. Por eso, elegir el modo civil de contraer matrimonio, sin más deseos que ser coherente, me parece muy bien y dice algo importante en favor de quienes eligen
Con esto no condeno, ni excluyo, ni aparto el matrimonio eclesiástico. Sucede que me gustaría que se tomara como lo que es por quiénes en ello creen. A veces sucede que uno de los contrayente es católico, o se considera católico practicante, y otro no. Y el primero reclama contraer por la Iglesia. Bueno, pues se puede ceder. Pero si ambos no practican la religión católica, es honesto acudir a la vida civil en exclusiva.
Admito y constato el alto nivel de hipocresía y de dimensión social de vivir el catolicismo en la sociedad española. Al menos en ciertos trozos o pedazos de ella. En algunos campos españoles los propietarios, que edificaron una capilla o restauraron otra anterior, celebran misas con asistencia del personal. Finalizada la ceremonia su comportamiento real dista mucho de lo que significa el mensaje de Cristo. Pero así son algunas cosas. Por eso una carga de sinceridad siempre se agradece. Al menos yo la agradezco. Creo que la crisis evidente por la que atraviesa la Iglesia Católica tiene componentes variados y no es de diagnóstico excesivamente simple, pero el alto nivel de hipocresía, de falta de verdadero sentimiento religioso, de conceder a la práctica de los sacramentos un dimensión mucho mas social que espiritual, puede tener mucho que ver. Al menos eso creo.
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Creo que es algo muy serio para tomárselo a la ligera. No obstante los enlaces matrimoniales, ya sean religiosos o civiles, deberían de tener fecha de caducidad como los DNI, por ejemplo.
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Si…tienes razón. La consecuencia de uno, ante la practica de muchos es básica en todo. En la política, en el trabajo, en la familia, en las celebraciones. Pero el amor, la tolerancia y la humildad de sacrificar una forma de pensar por hacer feliz a los que quieres, también en una postura aceptable. Las formas, siempre las formas, son las que nos pierden.
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Si desprovees el matrimonio de su contenido religioso sacramental, queda un aspecto contractual, que alcanza lo económico a través de las capitulaciones matrimoniales. Afecta al estado civil, pero se relativa si se desafecta fácilmente. Por eso no es de extrañar que puedan autorizarlo los notarios. Otra cosa son las tasas…
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Completamente de acuerdo. Soy agnóstica, y e mismo respeto me merece uno que otro. algunas veces la hipocresía se ampara en prejuicios sociales que nada tendrían que ver, pero en este país lo que digan fulanito o menganíto cuenta mucho. Es el mimo caso con las primeras comuniones, se viste al niño de almirante y a la niña de princesa para comulgar y a partir de ese día los padres y el niño/a no pisan la iglesia y ademas hacen un fiestorro………………..buff
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Ardua tarea cuando los contrayentes, y sus familias, profesan creencias distintas. Sin embargo, en estos casos, por desgracia, es donde la hipocresía alcanza sus cotas más altas.
P.D. Demasiado calor!!!
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El refugio en la mera formalidad con desprecio a la sustancia acaba demoliendo la creencia y el camino espiritual
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Yo me casé por lo civil y me separé casi por lo militar jajajaja. Y no es que hubiera cañonazos, es que era un sargento de la Legión.
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¿Y no es hipocresia religiosa defender a la iglesia católica por motivos de tradición e históricos sin creer en el Dios cristiano?. Los verdaderos creyentes deberían sentirse realmente ofendidos de ser defendidos por quienes la religión no es más que un motivo más de identidad nacional y de folklore local.
¿No es hipocresia aspirar a una sociedad más libre con un estado menos intervencionista y necesitar el visto bueno de ese estado hasta para bendecir una pareja?
Puedo entender más una boda por el rito Zulú que una boda civil, al menos en alguien que se considere liberal.
Suficientemente absurda es la burocracia a la que estamos obligados en la vida profesional, como para encima ir con gusto a pedir más burocracia innecesaria para nuestra vida personal.
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Si somos dioses no necesitamos ni sacerdotes ni notarios.
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Esta manifestación pública de contraer matrimonio por la iglesia sin que exista fe entre los contrayentes, no es más que otro ejemplo del sinsentido reinante en la sociedad que hemos creado, donde el comportamiento, la conducta de las personas, no casa generalmente con sus creencias, con sus pensamientos o sentimientos, porque los intereses o condicionantes lo impiden.
Buenas tardes a todos.
en said:
La hipocresía empieza en la misma jerarquía eclesiástica cuando, según lo que pagues o según a la familia que pertenezcas, te anulan ese matrimonio ellos mismos.
La ‘sagrada’ frase de “lo que Dios a unido que no lo separe el hombre”, queda a la altura de las conveniencias de turno del jerarca de turno.
A partir de esa Primera acción hipócrita, queda abierta la veda para todas las demás.