El ex presidente González, después de la metedura de pata que cometió en su carta dirigida —según él— a los catalanes, rectifica ahora en otra entrevista concedida a un diario de Barcelona, y además de precisar que se trató de un “malentendido” y que no quería referirse a los fascismos italiano y alemán, aprovecha para decir que la solución del problema catalán pasa por una reforma de la Constitución. No me queda otra que sonreír porque ya en 1994 insistía yo en este punto, recibiendo por la afirmación de que nuestra Constitución nació vieja y que había que modificarla, entre otras lindezas, el calificativo de antisistema. Pero, en fin, se ve que algunos necesitan veinte años y una presión social de cierta envergadura para ver con claridad la evidencia. Da igual. El tiempo es una categoría flexible sonde las haya. El tiempo político, se entiende.
El periodista que le pregunta le cuestiona si esa reforma implicaría reconocer a Cataluña como nación, a lo que el ex-presidente responde con un “por supuesto”. La cuestión es: ¿qué significado real tiene el significante “nación”?. Dicho en otros términos, ¿qué implicaría el reconocimiento constitucional de ese término aplicado a Cataluña?. Vamos a ver: existe lo que se llama un concepto cultural, sociológico o como se quiera decir de nación. Es la sensación, incluso el sentimiento de pertenencia a un grupo mas o menos homogéneo que dispone de un modo de ser, de sentir o de vivir mas o menos individualizado por diferencia con otros colindantes o lejanos. Es una extensión amplificada de lo que podríamos llamar, para entendernos, la noción tribal de la convivencia humana. Suele estar acompañada esa percepción de un territorio mas o menos definido—aunque no es esencial— y de una lengua diferente, aunque tampoco sea definitivo ni conditio sine qua non.
Decir que Cataluña es nación cultural, situar el significante en este plano, no genera problemática sustancial. Lo mismo puede decirse del País Vasco, de Galicia y de Andalucía, por ejemplo. ¿Acaso en este plano no es Andalucía o no existe en esa parte Sur de España un sentimiento de “ser andaluz”? ¿Acaso ese sentimiento no es, culturalmente hablando, partícipe de la esencia definitoria de la nación? Pues me caben muy pocas dudas. Vamos, ninguna.
Pero ¿qué implica la nación en términos político-jurídicos? Si constitucionalizamos el término le concedemos categoría jurídico política, y eso es penetrar en un mundo totalmente diferente. La nación, armada políticamente, reclama algo tan simple como esto: soberanía. Aspira al autogobierno pleno porque se siente con la legitimidad que le proporciona esa estructura cultural o sociológica de nación. Por tanto, dado que la forma moderna de institucionalizar la soberanía es el Estado, la nación, como categoría política, reclama ser un Estado. ¿Quiere decir González que hay que reconocer a Cataluña como nación política y, por tanto, como Estado?.
Veamos. Dentro de un Estado no hay el menor problema de que convivan “naciones culturales”. Hasta aquí no se plantea problema. No hay que constitucionalizar el término. Simplemente la vida diaria constatará las diferencias. Sin más. Sin menos. Pero claro, la pregunta es: ¿caben diversas naciones políticas dentro de un Estado unitario?. Pues evidentemente no, porque si nación política equivale a Estado, está claro que no cabe un Estado unitario si en su seno hay varios Estados. Siempre, en el mejor de los casos, se tratará de un estado compuesto, en la terminología del profesor Bruno Aguilera. Cada una de esas naciones soberanas organizadas en Estado puede decidir actuar totalmente por libre o “asociarse” con otros Estados, cediendo parte de su soberanía. Pero la cede porque quiere, como un acto voluntario. Y esa cesión tiene dos formas básicas de instrumentarse: el Estado Federal y el Estado Confederal. Parece lo mismo, pero no lo es. Algunos dirán que se trata de una mera digresión conceptual. Que digan lo que quieran. Quizás no saben que pasó en la guerra americana. Aunque obviamente había algo más, mucho mas, que el debate federal/confederal, porque la economía y la esclavitud jugaron su papel determinante.
Bien, pues en eso estamos. ¿Camina España mediante el reconocimiento de “naciones políticas” hacia un Estado confederal? Puede que si. Lo malo es que dudo mucho que cuando dicen esas cosas ciertas personas, sean capaces de comprender el verdadero trasfondo de sus palabras.
en said:
Claudio cree que sería políticamente lo lógico y benéfico para todos los españoles. Ya en la época de “Las Españas”, la Península Ibérica, exceptuando Al Andalus, era una gran confederación de Reinos. Caminamos inexorablemente hacia un modelo, si no con federal, sí federal de iure (de facto ya lo somos desde el 1978). Los nostálgicos del modelo centralista y unitario borbonico-franquista se tienen que hacer a la idea.
en said:
Personalmente creo que no es ninguna barbaridad pensar en un España Confederal, formada por naciones políticas que pudieran actuar libremente. Naciones culturales ya existen, o ¿es igual Galicia que Vascongadas o Andalucía ? cada una tiene su historia, cultura, folclore, costumbres, etc.
en said:
Estoy considerando muy de cerca la posibilidad de alzar mi desgarrado grito de airada queja contra la injusticia que España viene, de forma secular , observando para con el panocho y propugnar la independizacia de Murcia, para, a renglón seguido, y ¿por qué no?, intentar establecer la república independiente de la zona sur de Madrid, que como todos sabemos, reviste características socio-culturales muy diferentes de las de la zona norte y así, como si del anuncio de IKEA se tratase, iríamos, poco a poco construyendo un mundo muy plural, muy democrático y con toda seguridad, inhabitable, porque en su absurdo proceso de atomización, no sería capaz de brindar lugar a las prioridades establecidas por las mayorías, sino a las vindicaciones miopes de grupúsculos, que cada vez más reducidos, intentaran fragmentar más y más una sociedad, otrora bien cohesionada, en un rompecabezas de piezas enanas en su propia esencia, enanas morales, mentales, sociales, culturales, económicas y de todo orden, enanas.
Si, de acuerdo con este tipo de planteamiento tan permisivo con los independentismos, tuviera que haberlo, ¿dónde situaríamos este tope democrático del derecho a la autodeterminación? y ¿por qué? y sobre todo, ¿con qué consecuencias para las partes separadas y para el resto?. No sería mala cosa empezar a distinguir la sencillez de la simpleza e intentar pasar nuestras opiniones por el cedazo, si no de la inteligencia, ( porque, por las razones que sean, tales como el fanatismo, la vehemencia o por simple imposibilidad personal o colectiva para ello, no nos es posible), al menos sí del asesoramiento y del estudio, antes de pronunciarlas sobre según qué cosas.
Como ya creo que ha quedado claro, el nacionalismo catalán, que es el órdago secesionista más gordo echado al Estado Español hasta hoy y es de suponer que es el que está mejor estructurado y organizado a los efectos de la consecución de sus objetivos, es un sueño, una voluntad de unos cuantos apoyado en un anhelo colectivo, cuasi de orden místico, como dice Mario; Pero…. ¿dónde está su programa real?, ¿qué acciones concretas tienen preparadas para llevar a cabo de gobierno para sí mismos y en sus relaciones con “el resto de España”, cuando lo que quieren es romper de forma unilateral con ella?, o ¿querrán, además de romper con ESpaña, imponerle a ésta en qué términos ha de encajar una ruptura impuesta y no deseada? ¿cuál es su programa económico?, ¿cuál el sanitario?, ……..¿y el de defensa?, ¿cuáles van a ser sus políticas, además de la de separarse de España?. No lo saben ni ellos, porque lo único que quieren es separarse de España. Cataluña está quebrada, ¿qué piensa hacer con su deuda “exterior” con España, una vez hayan logrado su independencia?….y ¿qué con una Europa que ya les anda avisando de que por ahí no van bien?.
No sería malo echar un vistazo a las motivaciones reales de estos movimientos separatistas, tras los cuales siempre anda el dinero. Todo lo demás es filfa y camama, pretextos de un tipo que me fastidia mucho tener que reconocer que han encontrado en España, un suelo muy abonado en el que crecer y sí, sí que es cierto que en todo este lío la ignorancia de la Historia, puede haber jugado un papel que podríamos discutir, pero lo fundamental aquí, es que no se ha aplicado la ley, NO SE HA GOBERNADO y no se han delimitado con claridad los conceptos de soberanía, ni las competencias que de los mismos, habrían de derivarse. Países como Alemania, con una vieja tradición de orden federal en sus estructuras territoriales, ha sabido ceder, desde sus landers, competencias al gobierno central, para facilitar la superación de la crisis. Preferimos compararnos con un EEUU, inmenso y muy diferente a nosotros en todo, que considerar, tan siquiera, los séis siglos de historia que nos preceden como país y por no sentirnos parte de nada, sino el todo, seguramente de una nada, no nos importa mirar con indulgencia plenaria, los pecados de alta traición, que los sucesivos gobiernos e instituciones, han venido perdonando, desde hace muchos lustros a estos tiranillos de vía estrecha, que de salirse con la suya, habrán destrozado la unidad nacional de España.
En modo alguno, soy yo defensor de la globalización, que es algo que como solo concepto me repugna, ni de la laminación de las características identitarias que ésta implica y ante la que, sin embargo, nadie, tampoco los nacionalistas, están diciendo o haciendo nada, tan solo pretendo apelar al sentido común y a un mínimo sentido del bien del común, en definitiva a pensar un poco en los demás, porque al final, quien así no se conduce, la paga muy cara, cierto es que creará inconvenientes y dificultades, pero serán ellos, los egoístas, los miopes, los enanos, quienes más cara la paguen.
….Y si no al tiempo.
Ruego al cielo que se sepa contextualizar el término “enano” en su correcta acepción e intención de uso. Gracias.
en said:
Los estados federales que yo tengo algo de conocimiento de su historia tienen varias cosas en común:
1) en su origen eran territorios separados que tuvieron la voluntad de unirse y formar un estado mayor.
2) Cada territorio tienen cierta autonomía y alguna forma de autogobierno, dejando siempre de manera común competencias que la confederación considera al Estado federal.
3) ningún Estado o territorio tiene deseo de separarse del Estado Federal, esta bien matizar, que algunos Estados Federales contemplan el derecho de autodeterminación, pero el fuerte sentimiento de unión y de pertenencia al Estado Federal permite que ni la sociedad civil ni las clases dirigentes nunca planteen este tipo de cuestiones.
4) este sentimiento de pertenencia como anteriormente dije, provoca un gran patriotismo en la sociedad civil y una fuerte identificación con los símbolos nacionales y una gran conciencia de que su fortaleza como nacionalidad, está en la Unión de los diferentes Estados.
Después de exponer estos puntos, ahora lanzo yo una pregunta, ¿Es España un caso similar para que el Estado Federal sea el modelo adecuado para nuestro país?
vamos a partir de que el primer punto, España es un Estado unido en la delimitación territorial desde hace varios siglos…
un saludo a todos.
Sergio Leal.
en said:
En España, la liga, el material cohesivo y que, por excelencia, ha hecho posible que estos movimientos de tipo secesionista, hayan llegado hasta donde lo han hecho, ha sido la corrupción que, de forma transversal, ha mantenido maniatados a todos los gobiernos, impidiéndoles hacer lo que deberían haber hecho. No hay razones históricas, sociales o políticas que hayan primado sobre estos tristes argumentos de corrupción pura dura. Nadie, ha tenido las manos ni libres, ni limpias, para poder afrontar con autoridad, lo que se nos ha venido encima.
en said:
Dicho todo lo anterior y aunque a modo de digresión haya sido, creo que sí, que una vez más y sin las mínimas garantías que a cualquier proyecto le procura el haber sido seria y concienzudamente planeado, y a instancias de una casta de enanos políticos a quienes nadie ha querido parar en sus retos al Estado, creo que caminamos hacia un federalismo que, a buen seguro, nos hará naufragar en un océano de miseria, eso sí, muy diverso y democrático. Al final y como siempre, aunque no todos, tendremos lo que nos merecemos.