Cuando tenia siete años me tocó ser el niño elegido para portar en un cofre la ofrenda que se realizaba al “Santísimo Señor Sacramentado”, ofrenda del Antiguo Reino de Galicia. Obviamente en aquellos días no era consciente ni del fondo, ni del alcance ni de la dimensión del suceso. Sencillamente participé.
Hoy leo que los alcaldes de la llamada marea y concretamente el de A Coruña se niega a participar en ese acto. Los alcaldes de Lugo, Tui, Ourense, Betanzos, Mondoñedo…sí han participado en el acto. Y de ellos son varios los que pertenecen al PSOE. Por cierto que el alcalde de Santiago ya ha dicho que no participará en la tradicional ofrenda al Apóstol que se celebra el día 25. La razón aducida es esta: ““Soy de los que pienso que no le corresponde a un alcalde pedirle al Apóstol que termine con el desempleo y la corrupción.” Sinceramente creo que nadie tiene que ver una cosa con otra.
La cuestión surge de nuevo: ¿es la laicidad un imperativo inalterable para que los políticos adopten estas conductas?. El arzobispo Julián Barrio en este clima ha advertido de “la indiferencia religiosa” y “el olvido de Dios”. Sin embargo, en el fondo del corazón de cada uno, participar o no en un acto de ese tipo no supone necesariamente ni ser profundamente religioso ni estar pendiente de Dios.
Quiero decir que estos actos, como sucede, por ejemplo con el Corpus en Toledo, trascienden su envoltura religioso-católica para incardinarse directamente en la celebración popular. No se exige a ninguno de los asistentes que siente la religión católica. Ni siquiera otra religión. Puede participar aunque se haya olvidado de Dios, por decirlo con palabras del arzobispo.
¿Es coherencia o intransigencia la actitud de esos alcaldes que se niegan a participar?. Pues creo que quizás es el olvido de dos cosas: por un lado, esa dimensión cultural y festiva que tienen estos actos para muchos de los que en ellos participan, sin que sea una afirmación de ningún tipo de dogma, aunque su envoltura sea católica. Segundo, que un alcalde debe responden ante toda la ciudadanía. No sé si sus votantes le imponen al alcalde de A Coruña ese tipo de actuaciones, pero hay muchos otros que se sentirán a disgusto ante esas ausencias.
Creo que entramos de nuevo en una etapa en donde la llamada coherencia con el pensamiento propio puede acabar convirtiéndose en una suerte de intransigencia de sabor a dogma unilateral. Sucede, al tiempo, que la intransigencia de la Iglesia Católica con los librepensadores ha sido históricamente una realidad y muy dolorosa en muchos casos. Pero eso no obliga a actuar ahora de la misma manera, aunque uno no se sienta católico, ni siqueira amante del formalismo religioso de todo tipo
en said:
Si el hombre es un animal religioso, y creo que su historia muestra que lo es, y si la política consiste en gestionar la esfera pública de la sociedad humana, entonces establecer por principio inamovible la laicidad de la política es ejercer una cierta violencia sobre la naturaleza del hombre. La posible justificación es de dos tipos bien distintos:
-Hay religiones contrpuestas, y por tanto el representante público no debería decantarse por ninguna de ellas.
-Aunque la religión sea una realidad en el hombre, se trataría (según algunos) de ese tipo de realidades que no deberían orgullecer a la humanidad, y por tanto no mostrarse en la esfera pública, del mismo modo que no se muestra en público a un alcalde defecando.
El problema sería, primero, que establecida la laicidad como principio dogmático, ni siquiera se nos explica a cual de esas dos motivaciones responde. Y segundo, tal como señala el artículo, que nadie se ha molestado en preguntar a sus electores qué es lo que quieren.
en said:
Estoy de acuerdo con la primera opción, y respecto a la segunda más que “ese tipo de realidades que no deberían orgullecer a la humanidad” ( y del ejemplito) diría ” ese tipo de realidades que tienen que ver con las creencias, pues es algo personal” y pienso que nadie debería decirnos en que debemos creer, y sí, gestionar el producto de nuestras creencias, es una gestión diferida “del resultado” de creencias de una comunidad, y no, gestión de creencias.
Y sí, deberían preguntarnos, ¿pero como?… si lo que es más esencial no nos lo preguntan.
en said:
Yo creo que independiente de que crean o no al ser un acto popular tendrían que asistir y estar con el pueblo compartiendo esa experiencia.
Saludos
en said:
La aceptación de un cargo público supone, o debería, poner por encima de las propias convicciones los deseos de los ciudadanos. No sé de ningún candidato que haya rechazado los votos de un determinado colectivo.
¿Hay alguna diferencia entre una religión y un partido político?. Nada demuestra que la izquierda, o la derecha garanticen una vida mejor a la ciudadanía.
Alguno de los que se niegan a aparecer en esos actos, ?dejaría de acudir al sepelio de las víctimas de una catástrofe o, como los mafiosos, se presentaría en el entierro de sus enemigos?.
en said:
A lo mejor, todo tiene que ver, con cosas más mundanas y menos divinas y quizá deberíamos pedirle al arzobispo Julián Barrio, que deje a Dios al margen de la religión, sus ritos y sus símbolos.
Si no votáramos partidos y votáramos personas, probablemente, sabríamos más de sus creencias, sus gustos, su pasado, su presente, sus ideologías, sus idearios, sus creencias, sus modos y maneras, pero como votamos siglas que en la mayoría de los casos ni representan a sus candidatos, nos llevamos sorpresas, porque luego la harina es de otro costal y eso nos escandaliza.
Si hablamos de ética y responsabilidad para con las creencias individuales, deberíamos aceptar la libertad del otro y respetarla, si una persona es atea y lo ha sido a lo largo de su recorrido vital, es absolutamente lógico y natural que no participe de ritos que no forman parte de su vida, por mucho que acabe de llegar al servicio de la sociedad y eso se llama ética y consecuencia. Lo que ocurre es que en la mayoría de los casos, solo se trata de una pose, una estética, no se trata de ética, ni de consecuencia, se sigue tratando de falta de respeto, durante décadas y décadas, la política ha utilizado la religión para su conveniencia, ha manipulado a la sociedad a través de esas creencias y esos ritos, hoy imperan nuevos aires y los políticos camaleónicos en su falta de ética, se adaptan a los nuevos tiempos, y si no hay que ir… Pues no se va…
en said:
Nada tiene que ver una cosa con la otra. Las creencias religiosas católicas, protestantes, etc. pertenecen al ámbito de la vida privada y familiar.Cuándo sus ciudadanos votaron no preguntaron que creencias tenía, lo votaron para que los representara en los actos públicos,, Los cargos políticos llevan con sigo pros y contras , creo que por esto deben cumplir con la obligación de representación y asistir
en said:
No se cuales son los fantasmas que tenemos con la religión en España, no deja de sorprenderme que algunas cosas todavía sean noticia en el Siglo XXI. El que hayamos tenido mucha vinculación con la iglesia católica en el pasado no quiere decir que la debamos tener el futuro y ni siquiera que haya sido bueno para todos los españoles. Los tiempos en el que al religioso se le consideraba ‘bueno’ y al no religioso se le consideraba ‘malo’ afortunadamente han pasado. Me temo que hoy día el declararse de una u otra condición no quiere decir nada.
Si estos alcaldes han considerado que no debían acudir a esos eventos, me parece igual de bien que si hubieran considerado lo contrario y me da lo mismo que el motivo sea por coherencia o por intransigencia con los mismos. Mientras no vengan a decirnos a los demás que es lo que debemos pensar están en su derecho individual a criticar lo que consideren por los medios que tengan a su alcance y haciendo uso de su publicidad. A ver si empezamos a ver un cambio de verdad en las instituciones y no la dinámica de siempre.
Y las declaraciones de los Arzobispos como siempre en su linea, normalmente después el ‘..estamos olvidando a Dios..’ llega los consejos a los demás de como debemos actuar, consejos que por supuesto nunca aplican en su propia piel. Lo mismo ha sido Dios el que se olvidó de nosotros, o a lo mejor es que no existe, vayamos a saber.
en said:
Personalmente siento (el tiempo dirá si acertadamente o no), que tras las pasadas elecciones municipales y autonómicas han accedido al ejercicio del gobierno público nuevos políticos TAN POCO PREPARADOS para el desempeño de sus nuevas funciones como los anteriores.
Lejos de haber accedido al gobierno los mejores, han sustituido a los de siempre personas que no han demostrado capacidades sobradas para tan importante responsabilidad.
Por ello, centran sus actuaciones en gestos populistas de cara a la galería (asistir o no a un acto religioso, quitar o poner una bandera,…) para etiquetarse como “opuestos a los anteriores”. Sin embargo, lo que debe marcar la diferencia respecto al pasado es un ejercicio del poder público basado en el interés colectivo (y no en el individual propio) en favor del Ser Humano, garantizando con cada medida que adopten un progreso social presente y futuro para toda la sociedad a la que representan.
Las primeras 48 horas de estos gobiernos son poco esperanzadoras, al centrarse en gestos populistas mas que en medidas concretas que garanticen el progreso de la sociedad.
Cuando uno no sabe o no puede ejercer el trabajo para el que ha sido elegido, las cortinas de humo son una opción con la que intentar tapar las vergüenzas propias.
Ojalá nuestros gobernantes se dediquen a ejercer la representación pública recibida con medidas concretas y acertadas en favor de la sociedad representada, garantizando con ellas un progreso futuro para el Ser Humano.
Tras las primeras 48 horas hemos visto demasiado populismo y poca política social.
en said:
Fíjate que veo una diferencia que no es trivial. Me vale lo del populismo y si estamos mas cómodos asumamos que son igual de incompetentes. Pero de momento están haciendo lo que han dicho y lo que esperaban quienes los votaron. A ver cuanto aguantan frente a los miuras y a ver como evolucionan. También va a ser interesante ver si provocan algunos cambios en los otros grupos.
en said:
Los políticos se deben dedicar a gobernar la administración de la manera más eficaz posible, todo lo demás es secundario. A cada uno nos gustará que las autoridades “comulguen” con nosotros en los actos que más nos gustan, sean religiosos, deportivos o de cualquier tipo, y no está de más que se impliquen en mantener las tradiciones y la cultura de cada región, pero repito, todo eso debe ser secundario porque el trabajo del político es el que es.
Un saludo.
en said:
Al leer el artículo lo primero que se me ha venido a la mente es cuando entro y salgo de mi pueblo. Lo que veo es una bandera independentista clavada en una de las tantas rotondas que se están construyendo últimamente. El alcalde/alcaldesa son, dicen, independentistas y, por eso, se consideran en el derecho de hacer manifiesto, literal y materialmente, que este pueblo está por la independencia.
A mí, que no me molestan en absoluto las esteladas en balcones privados, sí me molesta (ligeramente, porque tampoco es algo que me quite el sueño) que mi alcalde haya decidido que este pueblo está por la independencia y lo haga de manera física con símbolos.
Se supone que es alcalde de todos, los que le han votado y comparten su ideología y los que no, por lo tanto, no creo conveniente que un alcalde de todos haga lo que él, personalmente, defiende.
Y, después de este rollo que he soltado, traslado la cuestión al campo religioso. Creo que si un alcalde asiste a un acto del tipo que sea por apoyar un acto cultural, puede ser positivo, sin embargo, si asiste a un acto en el que se espera asistencia sólo por religiosidad, pues será negativo porque es un estado laico y porque no está representando a todos, sólo a una parte.
Ahora, seremos capaces, hoy por hoy, de saber entender y separar acto cultural de acto religioso o de cualquier otra índole? pues creo que, de momento, la mayoría no.
en said:
Cuando la libertad personal de un representante público se impone al respeto colectivo, no solo tenemos campo abonado para éste y otros ejemplos más chuscos, sino que es de prever -en estos casos al menos- una gestión arraigada en la personalidad de cada gestor, incapaz de poder ver -como los políticos efectivos- una visión global de la situación e interés del conjunto. Parafraseando, la Política, como Dios, también está en los detalles y las formas. En cualquier caso, ojalá sean la mecha de una nueva forma de aplicar efectivamente el poder de las urnas.